Escritura creativa con Daniel Badosa

El día 28 de enero los estudiantes del grupo Darwin y Euclides estuvieron trabajando en el desarrollo de los protagonistas de sus historias especulativas.
En la ficción especulativa, aunque hay una importancia fundamental en la profundización de cómo funciona los mundos imaginarios (también llamado Worldbuilding o «construcción de mundos») también tiene que haber un especial énfasis en los protagonistas. Al final una historia es «algo le ocurre a alguien,» tiene que haber un personaje con el que conectar emocionalmente y que nos interese su aventura. Alguien memorable del que acordarnos incluso después de cerrar las páginas.
Y eso es justo en lo que trabajaron los alumnos durante esta clase. El ejercicio consistía en describir a su protagonista a través de una escena, pues no hay mejor manera de presentar a los personajes que en mitad de una acción de relevancia para la historia.
Todos los alumnos lo hicieron de manera excepcional, aplicando a la perfección la teoría aprendida durante la clase. Os dejamos dos de ejemplos que han resaltado especialmente:
Al amanecer, mi tía estaba ordeñando a las vacas en el establo para que su sobrino pudiese disfrutar de aquella leche esa mañana. Poco tiempo después de que acabara, me desperté hambriento con ganas de desayunar. Como siempre, hice mi cama y guardé ordenadamente mi ropa para no molestar a mi tía.
Mi pelo rizado y pelirrojo estaba despeinado y alborotado, me peiné y luego salí de casa para recoger los huevos de las gallinas.
Llegaron unos turistas a la granja con aspecto sombrío, yo creía que venían del norte por su acento vasco. La tía María abrió la puerta así que seguí con mi trabajo. Desde lejos, pude ver como hablaban y veía en mi tía una cara de temor. Los desconocidos sacaron una pistola, y antes de que la dispararan, me gritó diciéndome que corriese. — Enrique
El mundo exterior parecía un dersconocido desde la comodidad de su propia habitación. Jarvis Dean Dedrick estaba acostado en su cama, contemplando su vida, porque, aunque hoy cumpliera dieciocho años, ahora uno hacía la más mínima señal de recordar. Jarvis Dean Dedrick, o Jaden, como lo llamaba su amigo, era consciente de que, en esta sociedad, nadie tenía el placer de perder su precioso tiempo sin hacer nada. A pesar de esto, a Jaden le gustaba mirar el techo de vez en cuando, aunque no estaba seguro si la razón tenía que ver con ser rebelde o con despejar su cerebro siempre activo. Allí estaba sentado, su pelo corto y oscuro salpicado sobre la almohada y sus brillantes ojos azules mirando al techo. Su mente vagó entre los dos únicos eventos memorables de su vida sin incidentes. La primera fue cuando la personalidad de su hermano mayor había cambiado repentinamente solo dos días después de que finalmente se mudara en busca de «su destino» y, coincidentemente, dos días después de haber cumplido dieciocho años. La segunda fue una de sus experiencias en la escuela, donde era, y algunos dicen que todavía lo es, un paria — Beatriz